EL “APU” PARIACACA TESORO DE HUAROCHIRÌ FUE
HOMENAJEADO EN LOS JUEGOS PANAMERICANOS - LIMA 2019
Como nunca antes el pasado 26 de julio del año en
curso los ojos de la comunidad mundial se quedaron sorprendidos por la escenografía
real del “Apus” Pariacaca apostado gran parte en el territorio de la provincia
de Huarochirí, no solo fue el símbolo cultural en la inauguración de los Juegos
Panamericanos Lima 2019 sino además le puso el sello de peruanidad.
“El nevado limeño tuvo un merecido
homenaje en la inauguración de los Juegos Panamericanos. Fue una deidad de suma
importancia en el mundo prehispánico”, así señaló Roberto Ochoa,
periodista del diario La República, frente
a este hecho trascendental que pasado por alto para la mayoría de hijos
huarochiranos.
Por otro
lado, la Socióloga Carmen María Pinilla, indicó “Mientras veíamos el
espectáculo de inauguración no podíamos dejar de comparar la montaña construida
por los escenógrafos con el real nevado Pariacaca de los antiguos mitos, y con
quienes los difundieron: José María Arguedas y Gonzalo Portocarrero”, en un
comentario publicado en el diario El Comercio.
Y refiriéndose
al director Francisco Negrìn y su equipo
nacional de producción dijo “Negrin, tuvo el acierto de
otorgarle protagonismo a la originaria matriz prehispánica, representada por el
apu Pariacaca, la
imponente montaña nevada ubicada en la sierra de Lima, que fue un constante
referente a lo largo del espectáculo”.
De esta manera destacaron el gran valor del Pariacaca,
que representa el emblema cultural y turística de los andes, antiguo dios
tutelar, protagonista del conjunto de mitos fundacionales contenidos en el
manuscrito de Huarochirí, y recogidos por el jesuita Francisco de Ávila en
1598, en esa zona de la sierra limeña.
Resulta que
desde la época del incanato estas montañas fueron llamadas “Apus”, palabra quechua y
que traducido al español posee dos significados, el primero es de “montaña” y
el segundo de “Dios”.
Desde luego, damos gracia por este merecido homenaje a esta
antigua deidad andina, que se detallan en el célebre Manuscrito quechua “Dioses
y Hombre de Huarochirì” y por cierto nos llena de orgullo por ser parte de
nuestras vidas.